jueves, 8 de noviembre de 2018

Reflexiones de una aprendiz de tutora en línea

Hace unos diez días empecé el curso en línea "Tutorización de cursos online del CRIF Las Acacia".
Antes de comenzar el curso creí que este iba a estar más centrado en aspectos técnicos como, por ejemplo, profundizar en el funcionamiento y manejo de Moodle (la plataforma del aula virtual que utilizamos). Aquí un enlace por si te da curiosidad y quieres conocerla:



Yo ya había trabajado con Moodle en la Universidad Europea de Madrid y en el IES Alpedrete (que es un instituto tecnológico y al que le tengo muchísimo cariño 💗). Tal vez eso me llevó a pensar, erróneamente, que sabía algo sobre tutoría online y que, precisamente, la tutoría online tenía más que ver con la organización de los temas a tratar durante el curso, saber subirlos a la plataforma, saber poner tareas y calificarlas, el tener cierta habilidad en el manejo de la herramienta para calificar ("el calificador") o, incluso, el saber integrar en la plataforma herramientas como Wiris o GeoGebra.

¡Nada más lejos de la realidad!

El tutor en línea

Para ser tutor en línea hay que aprender a comunicarse sin contar con el recurso de la comunicación no verbal, algo fundamental para contextualizar el mensaje. Todo lo que se quiera transmitir hay que hacerlo con palabras escritas y emoticonos, que por suerte alguien tuvo la genial idea de inventarlos 👍😅😉.

Esta parte me está resultando especialmente difícil. Escribir un mensaje, una respuesta o un comentario a una tarea es un poco como actuar. En el escenario hay que exagerar los gestos para que se vean, hablar más alto para que se escuche. El tutor virtual debe "exagerar" los halagos (y no es que no sean verdaderos y sentidos) y "amplificar" el entusiasmo para así animar y motivar a los alumnos. Y todo esto sin perder el rigor académico en la respuesta. Hay que tener en cuenta que, en el aprendizaje en línea, los tiempos los marca mayoritariamente el alumno. Los únicos límites preestablecidos son las fechas de entrega de las tareas. Es muy fácil despistarse, que las tareas se acumulen para un período corto de tiempo (cuando se esté acercando la fecha de final de entrega) y que eso termine agobiando al alumno y provoque el abandono del curso. En el solitario contexto del alumno virtual, el tutor se convierte en una importante fuente de Motivación externa. Es verdad que no es la única. La interacción con el resto de los compañeros, principalmente a través de los foros, constituye también un aspecto destacado, no solo de la motivación sino también del aprendizaje.
Hay que ser multitarea: responder dudas, o bien preparando, o bien buscando materiales para aclarar ideas o dar sugerencias para la resolución del problema, responder correos, corregir tareas, estar pendiente de los que aún no han entregado alguna actividad (y está próxima la fecha de finalización del plazo de entrega), de los rezagados (para que no abandonen el curso)...Todo eso implica mucho tiempo y energía. Creo que este curso me está haciendo valorar aún más, si cabe, a los tutores que he tenido y tengo. Y a ser más consciente de la dificultad y compromiso que esta tarea conlleva.



La evaluación en línea

Entre las funciones del tutor, además de acompañar y guiar en el proceso de aprendizaje, está la de Evaluar. En el aula uno puede ver, oir, conocer a la persona a la que se tiene que evaluar. No se evalúa solo una tarea bien o mal realizada, que puede ayudarnos a saber lo que se aprendió o no de un determinado tema, sino globalmente el proceso de aprendizaje. Vemos o percibimos la evolución, el esfuerzo, los límites de las personas. La evaluación de un curso virtual no tiene todos estos componentes o por lo menos son más difíciles de detectar, entre otras cosas porque suelen llevarse a cabo en un período de tiempo no muy extenso. Podríamos decir que no tiene a su disposición lo cotidiano, la respuesta o reacción inmediata. Por eso creo que son muy útiles los métodos más habituales que se usan para evaluar en el aula virtual: las escalas (no superado/revisar/superado) y, sobre todo, las rúbricas.


Ambas me parecen herramientas objetivas y claras. Por un lado, la persona que va a ser evaluada conoce exactamente los criterios que se utilizarán para su evaluación. Eso ayudan a clarificar el objetivo de la tarea a realizar y a hacer más nítido su sentido. Por otro lado, el docente que evalúa puede llevarlo a cabo en términos, digamos, más asépticos, sin una interferencia emocional. Y, precisamente por eso, vuelven a tomar protagonismo los comentarios a las tareas (la retroalimentación) ya que ayudan a focalizar mejor los aspectos a mejorar y aportan esa cercanía y calidez necesaria para alimentar la motivación. De ahí la importancia no solo de qué se comunica, sino también de cómo se hace. 
Por supuesto que, para que el tutor pueda llevar a cabo una evaluación adecuada, tiene que contar con los instrumentos apropiados: tareas y rúbricas bien diseñadas y adecuación de los tiempos y los materiales para la realización las actividades. Para eso, hay que tener claro qué se quiere evaluar y cómo hacerlo.




Conclusiones

El curso me está permitiendo no solo aprender las herramientas para ser un buen tutor en línea, sino que me está haciendo reflexionar sobre mi función como docente en general, sobre la importancia de la comunicación (no solo de conocimientos) y de cómo se lleva a cabo para que se convierta en motor motivador del aprendizaje. Sin lugar a dudas, entre las cualidades de un buen tutor en línea deben estar la empatía y la asertividad. Este es, para mí, el mayor reto.



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